miércoles, 30 de diciembre de 2009

CUENTO PARA DESPEDIR EL AÑO





¡Levántate  escucha! le dice la pequeña a su hermana, papá está silbando.

Se habían dormido la noche anterior haciéndose cosquillas en la espalda la una a la otra, por turnos, solo hasta contar cincuenta, despacito, a veces la pequeña hacía trampas y se quedaba dormida. La hermana mayor de las tres, les mandaba callar porque no la dejaban dormir con las risas.
Aunque había algunos años de diferencia de edad entre las dos mas pequeñas, por la estatura eran  casi iguales y pasaban mucho tiempo juntas. Cada una tenía su grupo de amigas y amigos acorde a su edad, pero la mayor de las dos,  se la llevaba a sus fiestas de disfraces y de baile, eso si, no se podía chivar.

¡Es domingo, vamos! Que papá  nos va a seguir contando el cuento.

El padre silbaba, era el aviso de que comenzaba un nuevo capitulo del cuento interminable de "las aventuras del mono cartero".

Corrían a la cama de sus padres, con esos pijamas iguales de tacto aterciopelado, uno rojo y el otro celeste turquesa, se sonreían al mirarse porque les quedaba pequeño. La habitación soleada, la cama grande, el colchón de lana…

Se ponían una a cada lado interpretando atentamente e imaginando todo lo que iban escuchando de las palabras de su padre y hacían continuas preguntas que respondía sin problemas.

La madre preparaba el desayuno en la cocina, mientras cantaba. Su voz  se expandía por la casa produciendo sonidos melodiosos, inundándolo todo de serenidad. El olor a café de puchero y de pan frito (picatostes), impregnaba la casa. Se escuchaba el sonido de las carruchas de los tendederos mientras alguien tendía la ropa de la colada, seguramente sería “villa bragas”, así llamaban a la vecina del tercero que colgaba una tras otra llenando  todos los cordeles.

Acababa el capitulo de la semana, la imaginación se había agotado, solo por ese día, pues al domingo siguiente vendrían otras aventuras, travesura y episodios  del mismo cuento.

¡Y ahora a desayunar, recogemos la casa y nos vestimos que nos vamos al parque a patinar! les decía el padre.

La pequeña siempre pensaba que el padre cogía el coche y las llevaba a cualquier sitio, playa, campo, parque…  cuando iba conduciendo, le ponía la mano en el hombro y  le decía…que listo eres, nunca te pierdes y sabes todos los caminos por la carretera.

El padre contemplaba por el retrovisor su inocencia y la miraba sonriendo...

Que este nuevo año que va a comenzar, venga cargado de sueños, ilusiones y fantasias y se puedan ver cumplidas. FELIZ 2010




martes, 1 de diciembre de 2009